Los órganos receptores
Los organismos necesitan adaptarse a los cambios que se producen en el medio que les rodea. Para ello, cada organismo presenta una serie de estructuras diseñadas para percibir estos cambios, llamadas receptores sensoriales. Estas se encuentran en los órganos sensoriales, y su función es captar los estímulos del exterior y convertirla en un impulso nervioso para que el organismo pueda reaccionar a ellos, elaborando respuestas y/o provocando las sensaciones.
Estos receptores pueden ser simplemente terminaciones nerviosas, pero normalmente suelen ser un tipo de células especiales. Estas células constituyen los órganos de los sentidos.
TIPOS DE RECEPTORES
Dependiendo del tipo de estímulo que estén diseñados para recibir, los receptores sensoriales pueden ser:
-
Fotorreceptores: Se encuentran en los ojos y su función es detectar estímulos luminosos. Unos reciben la luz tenue y no percibe el color (bastones), y los otros responden a la luz brillante y generan imágenes en color (conos).
-
Mecanorreceptores: Se encuentran en la piel, los músculos, las articulaciones y en los receptores del aparato auditivo. Detectan cambios mecánicos, como contactos, presiones y ondas perceptibles, como las sonoras.
-
Quimiorreceptores: Se encuentran en los órganos del gusto y del olfato, y responden a cambios químicos como los sabores y los olores respectivamente.
-
Termorreceptores: Se encuentran principal en la piel y son estimulados por los cambios de temperatura.
Por otro lado, dependiendo de su ubicación en el organismo, los receptores pueden ser:
-
Receptores internos: Se encuentran principalmente en los órganos internos, e informan sobre el estado del interior organismo. A partir de esa información se crean las sensaciones de hambre, sed, necesidad de orinar y posición del cuerpo, entre otras.
-
Receptores externos: Se encuentran en la superficie exterior del organismo, y recogen información del exterior como el sonido, la temperatura o la luz.
Los receptores solo son capaces de percibir un estímulo cuando este tiene una intensidad mínima (la cual puede variar según su frecuencia). Si la intensidad es alta, puede llegar a provocar dolor, y si dicha intensidad es demasiado alta, se produce un bloqueo en el receptor y deja de percibir el impulso puntualmente.
Por otro lado, los receptores también pueden llegar a adaptarse al estímulo cuando este es persistente. Cuando esto ocurre, dejan de enviar impulsos o, por lo menos, reducen su intensidad.
La vista
El ojo es el órgano responsable del sentido de la vista. Su estructura está diseñada para recibir la luz y hacerla llegar a los fotorreceptores. En ellos, se produce una transformación de la luz en impulsos eléctricos que llegan al cerebro y forman la imagen que vemos.

Cristalino: Es un órgano transparente con forma de lente biconvexa. Es elástico y está unida, mediante unos músculos muy pequeños, a la pared interna del globo ocular. Separa dos cámaras: la anterior y la posterior. La primera alberga un líquido compuesto en su mayoría por agua, llamado humor acuoso, y la segunda está ocupada por una sustancia más viscosa llamado humor vítreo.
Retina: Es la capa más interna del globo ocular y posee unas células fotorreceptoras de dos tipos distintos: los bastones (que se excitan con cualquier clase de luz visible, por muy tenue que sea, pero genera imágenes en blanco y negro porque no son capaces de percibir el color) y los conos (que a su vez los hay de tres tipos y distinguen el color, pero solo cuando la luz que reciben es lo suficientemente intensa).
Coroides: Capa intermedia del globo ocular. Es de color negro, exceptuando la zona del iris, que está situada detrás de la córnea y puede ser de diferentes colores según los genes de la persona. En el centro de este está la pupila, un orificio con la capacidad de contraerse y dilatarse para regular la cantidad de luz que entra en el ojo.
Esclerótica: Capa más externa del globo ocular. Es de color blanco, menos en la zona de la córnea, que es transparente.
Fóvea: Es una zona en la que hay una gran abundancia de conos, y por lo tanto es la zona de máxima visibilidad de toda la retina.
Punto ciego: Es la zona de la retina por la que sale el nervio óptico. En ella no existen células fotorreceptoras, por lo que no hay visión.
Nervio óptico: Nervio y ramificaciones de mismo con las que se comunican los fotorreceptores.

Cejas: Protegen el ojo del sudor que cae de la frente.
Párpados: Repliegues de la piel cuya capa más cercana al globo ocular está cubierta de conjuntiva, al igual que la parte frontal del ojo. Su función es proteger el ojo.
Pestañas: Pelos que tamizan la luz con el objetivo de hacerla más difusa. Se encuentran en los bordes de los párpados.
Glándulas lacrimales: Evitan que el globo ocular se seque a base de humedecerlo con sus secreciones: las lágrimas. Esta sustancia, además, contiene componentes bactericidas, por lo que también protege el ojo de infecciones.
Músculos oculares: Mueven el ojo lateral y verticalmente. Dirigen la vista hacia lo que se desea mirar.
FUNCIONAMIENTO DEL OJO
La función del ojo es dejar pasar la luz para que excite los fotorreceptores de la retina, que luego enviarán un impulso nervioso al cerebro a través del nervio óptico.
Sin embargo, la imagen que se forma en la retina está invertida vertical y horizontalmente, pero el cerebro se encarga de hacer que la veamos en su posición real. Antes de llegar a la retina, la luz debe atravesar el globo ocular. Durante este recorrido se realizan los siguientes procesos:
-
Se regula la intensidad de la luz. Si esta es muy alta, puede llegar a causar daños en los fotorreceptores, pero si la intensidad es demasiado baja, podría no ser ni siquiera visible. Este proceso lo realiza la pupila, mediante su contracción y su dilatación. Estos movimientos los llevan a cabo unos músculos diminutos situados en el iris.
-
Se enfocan las imágenes en la retina. Esto se consigue gracias a la modificación del grosor del cristalino: se aplana para enfocar objetos lejanos y se abomba para enfocar los más lejanos. De esta forma, se evita que la imagen se vea borrosa. Cuanto menos elástico sea el cristalino, menor es el margen de distancia de enfoque (que normalmente está comprendido entre los 15cm y los 65m).
Nuestra visión percibe objetos en tres dimensiones, por lo que nos permite saber el tamaño de dichos objetos y la distancia a la que están. A este tipo de visión se le llama estereoscópica, y es posible gracias a que las imágenes recibidas por los dos ojos se superponen en el cerebro y crean una sensación de espacio.
El oído

Los oídos son los órganos de la audición y el del equilibrio, y están situados en las cavidades de los huesos temporales.
El oído se divide en tres partes: externo, medio e interno.
-
El oído externo está formado por la oreja (cuyo nombre técnico sería "pabellón auricular) y el conducto auditivo. Este último es un tubo que atraviesa el hueso y termina en una membrana elástica y flexible llamada tímpano. Además, el conducto auditivo posee unas glándulas que generan cera protectora, llamadas glándulas ceruminosas.
-
El oído medio comienza en el tímpano. Comprende el hueso dividido en martillo, yunque y estribo, junto con unas membranas llamadas ventana oval y ventana redonda.
-
El oído interno es la parte más profunda, y la forma el laberinto membranoso. Este es un conjunto de membranas que ocupan varias cavidades del hueso temporal, constituyendo el laberinto óseo. En ambos laberintos se encuentra un líquido llamado perilinfa, y solo en el laberinto membranoso se encuentra otro llamado endolinfa. El laberinto membranoso está constituido por distintas partes: el caracol (que detecta los sonidos) y el aparato vestibular (responsable del equilibrio; se divide a su vez en utrículo y sáculo).
FUNCIONAMIENTO DEL OÍDO
El oído cumple tanto funciones de audición como de equilibrio, por lo que la explicación de su funcionamiento se divide en dos partes.
LA AUDICIÓN
Antes de nada, hay que saber que los sonidos son ondas vibratorias. Estas pueden ser producidas por la vibración de las moléculas del aire o de algún objeto.
Las ondas sonoras llegan al tímpano, que empieza a vibrar. Esta vibración se transmite a los huesecillos (martillo, yunque y estribo) y luego se transfiere a la ventana oval. Entonces, la perilinfa del oído interno empieza a vibrar y los mecanorreceptores (órgano de Corti) del interior del caracol se excitan y envían un impulso al sistema nervioso para que el cerebro procese la información.
EL EQUILIBRIO
Hay dos tipos de equilibrio: estático y dinámico. El primero está relacionado con la posición del organismo, y el otro, con los movimientos que realiza.
Percepción del equilibrio estático: Se produce cuando el cuerpo está quieto, e informa sobre si estamos de pie, sentados, acostados, sobre una superficie recta o un inclinada, boca arriba, boca abajo, etcétera. Su percepción tiene lugar en el utrículo y en el sáculo, en los que existen células sensoriales ciliadas cubiertas por una capa gelatinosa compuesta por pequeñas partículas de minerales. Cuando la postura de la cabeza cambia, los cilios cambian de posición también y envían un impulso nervioso al cerebro para que él lo procese.
Percepción del equilibrio dinámico: Es necesaria para poder desplazarnos sin caernos y se realiza en los canales semicirculares del oído. Cuando nos movemos, también lo hacen nuestros oídos y nuestra cabeza. Los canales circulares tienen unas células similares a las mencionadas en el apartado anterior, solo que estas envían información al cerebelo (en lugar de al cerebro) y este es el que la procesa.
Sin embargo, en el sentido del equilibrio no solo interviene el oído, sino que también participa el sentido de la vista, el aparato locomotor y los receptores del tacto de la planta de los pies.
Cuando el sentido del equilibrio recibe demasiados impulsos a la vez, se puede producir el vértigo. Este se manifiesta como una sensación desagradable en la que los objetos parecen moverse y el organismo no consigue estabilizarse.
El tacto

Además, sin contar con los receptores sensoriales, en la piel se pueden encontrar las siguientes estructuras:
Pelos: Cubren toda la superficie de la piel para protegerla del frío. Las únicas zonas de la piel en las que no se encuentran son las palmas de las manos y las plantas de los pies.
Glándulas sudoríparas: Excretan el sudor para regular la temperatura corporal y expulsar sustancias tóxicas.
Glándulas sebáceas: Segregan sustancias lubricantes para la piel y los pelos.
Pancículo adiposo: Tejido adiposo localizado en la parte más profunda de la piel. Esta sirve para proteger al organismo de las bajas temperaturas y amortiguar golpes. Además, la grasa que se acumula en él actúa como una reserva de energía.
Melanocitos: Células que contienen melanina, un pigmento que da coloración a la piel para protegerlo de las radiaciones solares dañinas.
El olfato
Los órganos responsables del sentido del olfato se encuentran en la nariz. En ella, los quimiorreceptores detectan las moléculas gaseosas y forman la sensación que conocemos como olor.
En el interior de las fosas nasales hay una zona llamada pituitaria amarilla, en la que se encuentran las células olfativas que poseen los quimiorreceptores que desencadenan la sensación de olor.
Las personas son capaces de detectar aproximadamente 3000 olores diferentes. Estos se forman a partir de los siete olores básicos: flores, menta, almizcle, éter, alcanfor, acre y podrido.

El gusto
Los órganos responsables del sentido del olfato se encuentran en la nariz. En ella, los quimiorreceptores detectan las moléculas gaseosas y forman la sensación que conocemos como olor.
En el interior de las fosas nasales hay una zona llamada pituitaria amarilla, en la que se encuentran las células olfativas que poseen los quimiorreceptores que desencadenan la sensación de olor.
Las personas son capaces de detectar aproximadamente 3000 olores diferentes. Estos se forman a partir de los siete olores básicos: flores, menta, almizcle, éter, alcanfor, acre y podrido.
